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Noche de jazz, noche de vida

  • Texto: Andrés Méndez
  • 19 may 2016
  • 2 Min. de lectura

El jazz de Clarence Penn and Penn Station es un lenguaje inigualable.

La noche esperada por muchos. El teatro se llena en poco tiempo. Una batería, un piano, un saxofón y un contrabajo son iluminados por una luz azul en el escenario. Los murmullos de espera son transformados en fuertes aplausos al observar la llegada del cuarteto que nos deleitará la noche, Clarence Penn and Penn Station se apodera del escenario en pocos segundos de su llegada, no obstante la actitud tan orginial de Clarence Penn atrapó a todo el público; con agradables palabras de inicio, el baterista da comienzo al terminar su frase: “… hello, Guadalajara” causando gran emoción en todas las personas.

El cuarteto conformado por: Yasushi Nakamura (Japón) en el bajo, Manuel Valera (Cuba) en el piano y Chad Lefkowitz-Brown (Estados Unidos) en el saxofón, nos transmitieron algo muy importante: emociones. El público estuvo lleno de ellas. Hablar de la trayectoria individual de cada uno de los artistas que integran la banda sería demasiado extenso, lo único importante fue cada minuto que nos regalaron en escenario. Nos dieron la oportunidad de escuchar un jazz exquisito en todas sus formas.

No me cansaré de decir que el Jazz es difícil de explicar, posee una dificultad proporcional a la de acertar con las palabras en relación a sus armonías, la estructura que posee cada pieza, el ritmo que –en este caso- Chad creaba en el saxofón mientras realizaba un fabuloso dúo con Clarence, o como nivel mayor, un solo de Yasushi que nos dejó helados mientras él, con ojos cerrados disfrutando de su música, construía una composición sorprendente creando una atmósfera dulce por todo el lugar.

Este ciclo New York Jazz All Stars 2016 llenó, sino es que superó nuestras expectativas trayendo a este cuarteto al teatro Vivian Blumenthal.

La gente disfruto bastante las interacciones de Clarence entre ciertas canciones, pues cada una de ellas tiene una gran historia detrás, y en la mayoría de ellas, la banda usaba la técnica del silencio para crear más tensión en sus piezas… siempre lo conseguían.

Entre piezas grandiosas y covers legendarios, esa noche –la que Clarence denomino como una ‘fiesta’- nos dejó a todos con boca abierta, palmas adoloridas de tanto aplaudir y oídos deseando escuchar más de su jazz.

Al terminar su última canción, el cuarteto recibió una ovación de todo el público de pie. Dieron las gracias y se retiraron, los aplausos aún continuaban. Sin pasar más de cinco minutos, la banda regresa al escenario para regalarnos una última canción. Todo el público lo agradeció enormemente. Al igual que en la canción pasada, el público volvió a realizar una ovación de pie hacia el cuarteto, y con la luz verde que tenían encima, se retiraron uno por uno.

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