PERIPLO 2017: El arte de la risa
- Texto: Nidia Beltrán | Foto: Iván Sandoval
- 5 jun 2017
- 2 Min. de lectura

Periplo Movimiento Internacional de Circo está aquí, y para su gala de apertura nos dio la lección más adecuada con respecto de la vida del artista circense: la risa es un arte, y a veces hay que enseñarse.
Rob Torres fue el clown encargado de dar por inaugurada una de las fiestas más grandes del circo en Guadalajara. Reunidos en el imponente LARVA, Rob nos invitó a un día cotidiano en la vida de un artista circense.

El número unipersonal del clown estadounidense de más de una hora incluyó malabares, pantomima y mucha interacción con el público. Como explica Daniele Finzi Pasca en su libro El Teatro de la Caricia:
"Un clown es un actor especializado en danzar en el proscenio, en la plaza, o en la pista del circo donde, por la naturaleza del espacio mismo, se necesita de ser, no de interpretar. Es un espacio presente, real; es el espacio donde la realidad y el sueño conviven y se mezclan."
La conexión inicial con su público consistió en el juego de recolectar aplausos y ánimos en un pequeño cofre de madera. Con movimientos corporales universales, manejaba los aplausos de la audiencia levantando y bajando sus manos. Cuando vio que la gente reaccionaba como lo esperaba, encapsuló los gritos y porras del público en una compacta bola entre sus manos, para después meterla en un cofre que sacó de sus bolsas de utilería.
A Room to Play, de Rob Torres es por un lado la convergencia de códigos socialmente aceptados que suelen ocurrir entre el escenario y el público; y por otro, un constante chiste sobre la cotidianidad de la vida, y lo alegre que se vuelve si la vemos con humor.
Entre ese vaivén de recursos, pensé: claro, todos seríamos así de felices si nos animaran con risas y aplausos por ponernos los zapatos o por vestirnos. Hacerlo todo con tanta alegría como si tuviéramos los ánimos de quienes nos quieren en el bolsillo. A fin de cuentas, ¿quién mejor para enseñarnos de la risa que un artista circense? Porque esa es una de las características más comunes en quienes hacen de esto su profesión: la alegría. Trabajan duro en la práctica de sus números, se caen mucho y se lesionan, pero malabaristas, acróbatas, clowns, aerealistas... se mueven por la alegría y buscan compartirla.

El verdadero tesoro, ese que guarda y renueva Rob en cada una de sus presentaciones en un humilde cofre de madera, es la energía de la gente con quien compartimos los sucesos grandes y chicos de la vida. La sociedad se sostiene sobre esta ley, aunque a veces se nos olvida eso: que todo es acerca de la gente.
Para seguir la actividad del festival que hace que el circo esté en Guadalajara, Periplo, síguelos en sus redes.
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