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Las Dimensiones Infinitas de la Soledad

  • Texto: Nidia Beltrán | Foto: Memo Vargas
  • 24 jun 2016
  • 2 Min. de lectura

La clown argentina, Leticia Vetrano, llegó a Guadalajara para apoyar en el Festival Internacional de Circo, Periplo y la noche del jueves 23 presentó su acto que ha cruzado ya el mundo: Fuera.

La obra fue una sensible representación de la soledad humana vista a través de varios cristales. El personaje principal era una mujer que vivía sola en casa, con el constante recuerdo de sus difuntos padres.

En intermitentes episodios de alegría, intercalados con momentos de desesperanza, la artista argentina pasaba los días en aventuras imaginarias; enfrentando su obsesión por la limpieza.

El público empatizó casi inmediatamente por todas esas cosas que Leticia Vetrano hizo que todos solemos hacer cuando creemos que nadie nos ve; la evidencia estaba en las risas de identificación y las sonrisas en las bocas de los asistentes. Desde querer evitar el quemazón de boca y lengua por comer algo caliente mediante el bofeo desesperado –y la mayoría de las veces inútil-; hasta el miedo irracional de una casa oscura y sola por las noches.

Todas esas pequeñas tragedias que suceden cuando nadie está cerca, esas que suelen terminar en risas de uno mismo y en juegos privados que sacan a nuestro niño interior a la superficie.

Después de todas las carcajadas causadas por los ridículos que no nos intimidan frente a la soledad, Leticia Vetrano celebró su cumpleaños en el silencio de su hogar. Encontrando una caja de regalo gigante que cada día parecía sorprenderla hasta el nervio más profundo de su ser, fue la más feliz al usar todos los regalos que salían de ella. Con una actitud infantil y muy natural, Leticia Vetrano estremeció en risas y ternura al público que atiborraba el Foro Periplo.

Volvemos a la pregunta recurrente ¿es buena la soledad? Y es que depende de tantas variables: ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por cuánto tiempo?, ¿para quién? Con la reflexión en torno a estas preguntas, deberíamos poder dejar de polarizar un concepto con tantos matices, y aceptar esa condición que caza al hombre. Aceptarla con la intención de aprender y crecer a partir de ella. Y en este ánimo de crecimiento, de evolución, nunca dejar de buscar esa gran caja de regalos, nunca dejar de sorprendernos como ese niño interno al que pocas veces nos entregamos por completo: pues no sabemos qué o a quién podemos encontrar en ella.

 
 
 

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