La Experiencia del Arte
- Nidia Beltrán
- 29 ago 2016
- 2 Min. de lectura
"Lo más importante no es tanto lo que la gente ve en la galería o en el museo,
sino lo que ve después de ver estas cosas.
La manera en la que se enfrenta de nuevo a la realidad."
-Gabriel Orozco, artista contemporáneo mexicano
Una de las banderas que sostengo en todo este caminar en pro de la difusión artística y cultural, es la del respeto a la experiencia del arte. La misma revista, Sombra Emergente, se sostiene en esa base.
Más allá de la cobertura de eventos, más allá de buscar que la gente asista a estos eventos, incluso más allá de promover a los artistas locales, está la Experiencia del Arte. Con esto me refiero al cambio que puede inspirar el arte, la reflexión, la sensibilización.
El arte, como expresión comunicativa, necesita de un receptor que lo decodifique y lo resignifique para cumplir con el ciclo. Si bien los medios de comunicación buscamos ser puente entre el hecho y un receptor interesado, jamás buscamos -al menos en Sombra Emergente- ser sustituto a la presencia misma.
Al ser una actividad exclusiva del ser humano, el arte apela a la empatía, a la conexión interpersonal. Así pues, se debe respetar esa experiencia de quien vive el arte como espectador. Porque no es tanto si la composición de la música fue buena, si el encuadre e impresión de las fotografías fueron de calidad, si la corriente del pintor concuerda con nuestros gustos: lo humano del arte ocurre dentro de cada persona. La capacidad de poder ponernos en el lugar del artista, o de resignificar una obra dentro de nuestro contexto y nuestras circunstancias tienen más valor que la obra misma.
La reflexión a la que evoque una pieza es la viva muestra de procesos intelectuales y emocionales que ocurren entre seres humanos. La sensibilización a partir del arte, de que hay otro más allá de mí puede crear comunidades, hacer un llamado de paz, de colaboración.
Entonces, he dirigido todos mis esfuerzos en mi trabajo a invitar a la gente a vivir el arte, dejarse tocar por él. Lo hago a través de redacciones y de fotos que me exhiben como testigo, comparto mis reflexiones, no con el ánimo de etiquetar las obras con una sola lectura, sino con el ánimo de que la gente quiera vivirlo por sí misma y crear otro mundo a partir de una canción o una obra de teatro.
Como dice Gabriel Orozco, lo importante es el cambio que la persona vive al presenciar el arte, y cómo se enfrenta a la realidad después de ese encuentro.
Suele ser muy abstracto, al no ser un mensaje directo. Y al menos a mí me cuesta trabajo abrir todos los sentidos para poder captar un cambio en mí a partir del arte, pero cuando sucede, me puedo sentir con raíces en el mundo, y saber que comparto esa misma inquietud con la gente a mi alrededor.
Y sí, sigo creyendo que el arte tiene el poder de devolverle la humanidad a nuestras comunidades actuales.

Trío de jazz tocando. Jazzamoart.
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