MET: Salto de Canario
- Foto y Texto: Carmen De La Torre
- 5 sept 2016
- 4 Min. de lectura
Una vez hablaba con mi papá de cuando él era joven, que fue hace muchos ayeres. Me contaba de cómo salía con sus amigos, cómo pasaban las tardes y lo feliz que era de no tener responsabilidades de adulto. Lo que me hizo pensar en dónde estaba yo y hacia dónde iba. Yo ya no soy una adolescente, en ese caso…¿ soy un adulto?... pero una duda me entró y busqué en un diccionario la definición de juventud, que decía:
“Período de la vida de la persona comprendido entre la infancia y la madurez”
Pero luego pensé que no todos los adultos son maduros y no todos los jóvenes inmaduros; en ese caso ser joven físicamente consta de un período de tiempo, pero ser joven interiormente puede ser un estado espiritual infinito.
Terminé de comprender el significado de esto con la obra “Salto de Canario” que se presento el pasado Sábado 3 de Septiembre en el Foro Larva como parte de la Muestra Estatal de Teatro.
La historia de la obra nos cuenta de tres chicos de entre catorce y diecisiete años y cómo su entorno influye en su vida diaria. Escuela, amigos, padres, profesores, amores, autoridades, redes sociales y el mejor amigo de los adolescentes, la autoestima.
Toto es nuestro narrador, un chico flaco, tímido y enamorado de Laika, una chica unos dos años mayor que él. Toto un día en la escuela tiene un enfrentamiento con una de las primeras autoridades que se nos imponen en la vida: La directora de la escuela. Gracias a esta situación conoce a un chico llamado Albert y muy pronto se vuelven amigos.

Lo interesante de la obra, a demás de las increíbles actuaciones de los tres chicos que brincaban de personajes en personajes, era lo bien estructurada que estaba en cuanto espacios. Todo se aprovechaba, todo se trasformaba y solo con el uso de cuatro casilleros metálicos. A veces eran un carro, otras una cama, un salón, un río, e incluso un edificio muy alto.
La obra jugaba con las luces, usaba golpes en los metales que generaba tensiones, hacían reír a la gente con los comentarios más espontáneos y utilizaban la música… la música…
Cuando piensan en su adolescencia ¿qué canción se les viene a la mente? Yo pienso en infinidades de canciones; porque mi adolescencia me hizo desarrollar una pasión por la música que sé que irá creciendo hasta el día que me muera. La música a esa edad se convierte en el primer vínculo entre nuestro cuerpo y alma, viene a salvarnos de situaciones que queremos evitar y es el primer acercamiento a irnos construyendo a nosotros mismos.
En la obra la música es un factor crucial y se desarrolla muy bien mediante versiones a
capella interpretadas por los actores, las cuales sirven también a manera de transición entre escenas. Desde canciones como “American Idiot” hasta “Let it Be” nos van contando de los personajes y nos guían emocionalmente entre los eventos a los que se enfrentan.

Los amigos en la adolescencia también son fundamentales, son los que nos hacen animarnos a hacer cosas que no haríamos solos, son con los que te sientes comprendido porque realmente todos a esa edad buscan pertenecer a algún lugar.
Toto y Albert nos llevaban de una aventura a otra mientras lidiaban con profesores, conserjes, compañeros, hasta ellos mismos.
Por lo general la relación con los padres se vuelve difícil, porque tratamos de alejarnos de lo que conocemos para de esa manera auto descubrir quiénes queremos ser realmente, como lo hacía Toto, quien en ese caso tenía como figuras paternas a sus abuelos. Por el otro lado tenemos la situación de Laika y Albert, ambos chicos buscaban esa aprobación, amor y comprensión que sus respectivas madres solteras no les daban.
Los amores, en su mayoría platónicos, son un tema que también está constantemente presente, ya que los jóvenes no sufren de otra cosa que no sea de amor. Ejemplo de esto es Toto y su amor incondicional a Laika, que la mayoría de veces era el factor detonante para saber cuál sería su estado de ánimo.
Todo se va construyendo de una manera súper inteligente -creo yo- porque se utiliza mucho el elemento de Toto como nuestro narrador. Es un narrador capaz de detener el tiempo para hablar con el público, de manipular la situación y dejarnos ver de una manera más clara cómo se siente en las diferentes situaciones. Creo que estas intervenciones eran mis favoritas porque es este chico tímido y desconfiado remarcando ese protagonismo natural que sentimos tener todos en nuestras vidas. Nosotros como público estábamos dentro de la cabeza de Toto, podíamos escuchar lo que pensaba y lográbamos tener una empatía gigante hacia él por ese elemento bien usado. Sabíamos cuánto le gustaba Laika, lo bien que conocía su perfil de Facebook, lo mucho que realmente le preocupaba dejarse llevar por las ideas de Albert, lo feliz que se sentía cuando tenía algún logro personal o lo desgarrador que era para él cuando no lo tenía.
“Soy un juguete del destino” decía defraudado cuando algo salía mal o aquella vez que todo marchaba bien y dijo “Hasta sentí que existía”.

Creo que madurez va más allá de poder pagar la renta de una casa, trabajar o entregar resultados. Madurez es comprender que siempre estarás en un desarrollo personal, que vienes a ser feliz a esta vida bajo tus propios términos y que es mentira que los adultos tienen todo bajo control.
Es por eso que está bonito haber sido adolescente y pensar que sufrías de cosas que en ese momento tenían una gran relevancia para ti, porque es de los primeros momentos de tu vida donde te das cuenta que empiezas a definir quién eres.
Se necesita ser joven para poner comprender la magnitud de la vida. La obra me hizo pensar mucho en eso, en el impulso, el desafío, las normas, los estándares, todo lo que rodea a estos jóvenes que hacen temblar a un sistema cuando se pone en cuestionamiento. Al final vemos cómo los amigos que tuvieron que pasar por una situación difícil logran madurar un poco más y encaminarse a ese desarrollo natural que los guiará por la vida.
Esa vez que hablé con mi papá me di cuenta que si la juventud es un fuego interno que corre el riesgo de apagarse, me veré en la necesidad de mantenerme joven por el resto de mi vida.
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