Fakir: un escapista de peligro
- Texto: Edgar Cueto | Foto: Oliver Uribe
- 29 oct 2016
- 4 Min. de lectura
El Foro Periplo fue, una vez más, punto de encuentro para recibir un espectáculo que llenó la sala de risas aproximadamente una hora y media; tiempo que se pasó como el viento entre los espectadores que tuvimos el honor de estar frente a un artista de talla internacional, como lo es el señor Martín Guakamolez.
Así fue pues, como Martín nos hipnotizó a todos con El Fakir, personaje que, según nos contó, tiene descendencia de padre árabe, madre colombiana y nacido en Argentina. Se adueñó del escenario desde el primer globo que comenzó a inflar, para después tragarse el mismo con la facilidad con la que un tragasables traga una espada. Los niños contaban con una presencia que se hizo ver en el espectáculo repetidas veces, pues ellos estaban en el privilegiado lugar de hasta adelante; comenzaron a quedar asombrados cuando el Fakir repartió cuatro popotes al público e hizo que, sólo succionando de sus respectivos popotes, un vaso de leche que él tenía en la mano fuera rebajándose como por arte de magia.

El Fakir interactuó con el público de principio a fin: su primer llamado fue a un joven del público a quien enseñó a hacer un perrito con un globo, tomó más risas que tiempo el hacerlo, pero el Fakir logró hacer que el joven hiciera de ese globo un perrito. Después de que dicho joven repartiera sus globos a los niños, uno de ellos comenzó a llorar por no obtener globo lo cual lo catapultó a ser el siguiente invitado del Fakir. El pequeño, a quien el Fakir se refirió como “amigo” por la complejidad de su nombre, causó gracia y ternura en el espectáculo en el cual, con una varita bastante particular, ayudó al Fakir con unos golpecitos a un cono de periódico, a convertido agua, luego un vaso (en ese orden), para al final sacar al vaso con el agua dentro del mismo; claro que nuestro amigo no podía regresar a su lugar sin recibir una motocicleta de globo la cual lo hizo muy feliz, hasta que esta se partió dos minutos después.
Los trucos de magia no paraban de ocurrir, seguimos pensando cómo fue posible que después de ponerle periódico encima a un vaso con agua evitara que este se callera al voltearlo, pero antes de detenernos a pensar en cómo hacia todo aquello, comenzamos a reír con alguna nueva ocurrencia del Fakir, quien utilizaba cualquier estímulo externo al espectáculo para bromear, y hasta con gente del público descargó sus peripecias llenas de buen humor.
No podía faltar un truco de escapismo, para el cual buscó a un espectador que aportó una actitud que dejó fascinado al Fakir, tanto así, que él mismo puso a bailar al Fakir junto con él una técnica que había estado perfeccionando, llamada ‘Cumbia Contemporánea’.

Eduardo era el nombre del espectador, pero el Fakir decidió ponerle un nombre más árabe y lo llamó Aladdín; explicó a Aladdín lo que tendría que hacer: atarle ambas manos a un extremo de una soga, para luego amarrar ambas sogas por detrás de él, luego amarrarle una larga cadena alrededor de su torso y cerrarla con un candado nuevo, que dicho sea de paso, le costó $180 al Fakir, y por eso es que no podían mal tratarlo; y por último, Aladdín lo metió a un costal especial, con la ‘medida profesional’, según decían en un video que el mismo vio en un tutorial en Youtube.
Una vez dentro del costal, el público contó hasta sesenta en cuenta regresiva, sólo para darnos cuenta de que, según lo que nos decía el Fakir desde adentro, el truco no había funcionado pues Aladdín ató muy fuerte los nudos, así que le pidió que lo liberara del saco; pero para sorpresa de todos, el Fakir salió del saco sin ninguna atadura ni cadenas encima, lo cual le dio a él y a su ayudante un tremendo aplauso.
Después de hacernos creer que ya se iba, el Fakir nos deleitó con un último acto de magia con un cuchillo especial que puede cortar cualquier cosa a la mitad, eligió una serpiente de madera para ser lanzada al aire y cortarla, pero un mal cálculo provocó que el cuchillo terminara enterrado en su brazo izquierdo, sólo para darnos cuenta momentos después que todo fue fríamente calculado por el Fakir, quien resultó ileso de la aparente lesión y sacó sin problema el cuchillo de su brazo, después de advertirle a una joven espectadora que la última persona que se había reído como ella lo estaba haciendo, terminó orinándose encima.
Y así termino un memorable show de este talentosísimo comediante y mago argentino Martín Guakamolez, quien nos deleitó a todos con un humor que pasa a ser más improvisado que memorizado, pues gustó de bromear con toda la gente y cosas que ocurrían en el momento. Un espectáculo totalmente recomendado para chicos y grandes, que debe ser visto con una advertencia en letras rojas: “Sólo apto para personas que estén dispuestas a morir de la risa”.

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