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“Molavin” de Tato Villanueva en Foro Periplo

  • 30 oct 2016
  • 3 Min. de lectura

-“¿A qué huele? ”

-”A humo, ¿no?”

-“Huele a incienso”

-“Huele a humo de incienso con luces verdes”

A eso olía ayer Foro Periplo en uno de sus últimos días de El Absurdo Encuentro de Comedia. Luz verde , sombras entre humo denso y una luz naranja que caía en las personas. Todos esperando a que comenzará “Molavin” de Tato Villanueva.

La luz naranja se centró en este personaje que iba caminado entre la gente, rodeándolos de humo que luego pasó al frente atravesando un mar de niños sentados en el piso. Desde un principio, este místico personaje hacía soltar carcajadas por la manera tan sincera de dirigirse al público.

Comenzar con un “fracaso”, por ejemplo, y así ir mejorando a lo largo de la presentación con esta pluma verde voladora que se encajaba en su barba o su cabello despeinado. Crear una rápida amistad con uno de los niños del público y terminar con un globo en forma de espada que, por su seguridad, hizo la punta redonda. Durar con un hula hula girando en su pelvis por varios minutos y con éste hipnotizar a las personas para que hicieran lo que él quisiera con “El poder de su pelvis”.

Uno de los momentos más increíbles de la función fue el juego que creó con su sombra: con una luz naranja detrás de el y una pared enorme negra de frente; se cacheteó a su propia sombra para luego dar la ilusión de haber perdido la cabeza y jugar con ella.

Podías escuchar entre la gente “¿cómo hace eso? Se ve increíble” y no dudo que más de uno llegó a intentarlo en sus casas.

Otro de los momentos mágicos fue cuando tomó esta poción que hacía todos tus sueños realidad y la vertió sobre él y sobre nosotros. Al poco tiempo, cuando hizo efecto, su voz cambió y comenzó a cantar de una manera maravillosa y, entre esa apreciación de su voz, cayeron dardos que se le empezaban a clavar y sangre en forma de trapos rojos le salían por el cuerpo, lo que hacía a la gente estallar en carcajadas. Al final se nos reveló que esa pócima no era más que agua, y el místico personaje, en un delirio, calló sobre una pequeña simulación de colina y se cubrió de telas rojas por todo el cuerpo.

Lo bonito de la función es la manera en como se acerca al público y como utiliza los objetos que están a su alrededor. Es ese rompimiento bien hecho entre paredes, y luego estos momentos caóticos, con esta música que te remite a algo triste y sin embargo lo que escuchabas eran carcajadas alrededor. El personaje nos hacía parte de esa percepción de cómo vive la vida. No le importaba reírse de el mismo o hacer que las personas pudieran hacer cosas que no hacen en público, animaba a romper esa barrera de “hacer el ridículo” porque te dabas cuenta que al final esa expresión es algo que se impone, no algo que sea una verdad. Creo que eso es algo muy bonito: hacer que las personas se den cuenta que la risa es una manera de vivir bastante saludable y que, el atreverse a hacer las cosas frente a otras personas, hace que se genere confianza y empatía.

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