Chica Bond en una mirada playense
- Columnista: Elías Leonardo
- 6 dic 2016
- 2 Min. de lectura
De repente sucede que la Riviera Maya se convierte en una enorme pantalla grande que sin querer revive escenas de películas o personajes cinematográficos que nos ha regalado la historia del séptimo arte. Muestra de ello ocurre con la saga de James Bond, o mejor dicho con las chicas Bond, sobre todo con Honey Rider (Ursula Andress en Doctor No), Dominó (Claudine Auger en Thunderball) y Jinx Johnson (Halle Berry en Die another day), personajes femeninos de ficción que en la realidad tienen herederas para preservar la icónica escena de la playa.
Playa del Carmen es sitio que ni mandado a hacer para presenciar bellísimas mujeres de todo el mundo en bikini. Lo que vulgarmente conocemos como taco de ojo es de todos los días; imposible resistirse a no ser fisgón de cuerpos esculturales que tienden a ser halagados con un suspiro, o bien ofendidos por expresiones populares de clara connotación sexual.
Pero hay damas que captan la atención de otra manera. Sin que ellas lo deseen o lo tengan planeado, nos orientan a la memoria visual de aquellos filmes que han formado parte de nuestras vidas y que nos han obsequiado imágenes imborrables que concebimos específicamente como eslabón de una historia ficticia, y es allí donde queremos mantenerlas intactas pese a que sea real lo que vemos.

-¡Es Úrsula!-, exclama mi amigo.
-¿Cómo sabes que se llama Úrsula? ¿Quién es?-, le pregunto.
Pide que observe a la chica. “Es Ursula Andress”, me dice. Por primera vez no le escucho uno de sus acostumbrados improperios cada vez que se enamora de manera visual de una mujer. Por primera vez lo contemplo atónito y mudo frente a una dama de las que suelen gustarle. Le ha impactado de sobremanera.
Empezamos a platicar de la actriz suiza que cautivó a nuestros abuelos y padres cuando se le planta en bikini al 007 interpretado por Sean Connery, de una postal que trascendió hacia las generaciones venideras. Hablamos de la secuencia donde entra tal escena, le comento que en la película James Bond se pone a platicar con ella, así que le incito a que haga lo mismo.
-No, no, que Úrsula se quede allí. No sé cómo explicarlo, pero no quiero que sea real lo que estoy viendo-, me comenta.
Ni cuenta se ha dado que la chica ya se puso gorra y gafas, lo que bien puede irrumpir la similitud de la legendaria imagen, no obstante él detuvo el tiempo cuando la vio salir del mar. “Oh, déjame vivir una historia que no es, déjame sentir mi película”, me exige mientras continúa firme en la convicción de que Ursula Andress se reinventó para sus ojos en el sureste mexicano.
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