Noches de jazz en la Riviera Maya
- Texto: Elías Leonardo | Fotos: WhereToGo
- 26 dic 2016
- 6 Min. de lectura
Del 1 al 3 de diciembre Playa del Carmen fue sede del Riviera Maya Jazz Festival, un evento que reunió a grandes bandas y grandes músicos. Junto con pegado unió a un público de diversas edades, de diferentes rincones y de dispares tiempos, que contribuyeron a hacer de la música un mosaico de historias.

Una foto sin baquetas
(Steve Gadd en el RMJazz2016)
Está por subir al escenario para reunirse con el resto de su banda. A la distancia es reconocido por algunos admiradores suyos que corren hacia su figura pidiéndole una foto, una selfie. Como si no tuviera el tiempo encima para alegrar a un público que aguarda escuchar el legendario sonido de su batería, él accede a retratarse con toda calma.
Atiende cada una de las peticiones, en especial la de un hombre que está bastante nervioso. El tipo no cabe del asombro por tener a su ídolo cerca, emoción que hace entorpecer su intento por captar la imagen en reiteradas ocasiones. Para colmos, la luz de su teléfono móvil es de baja intensidad, situación que lo lleva al límite de la desesperación.
Atento con su fan, el músico le conmina a respirar para tranquilizarse prometiéndole que no se retirará hasta que quede la selfie.
Sereno, calmado por su ídolo, el hombre logra dar un clic certero en su móvil. El músico le solicita que revise su aparato para comprobar si salió bien la foto. “¡Yeah!”, responde en inglés el tipo al verse en la pantalla de su teléfono retratado junto a Steve Gadd, baterista que se despide de él diciéndole que ahora sí es momento de ir a tocar.

Vivir es revivir
(Blood Sweat and Tears en RMJazz 2016)
Creía que jazz era un concepto exclusivo de personas avejentadas o del sonido que se escucha en elevadores o un lobby de hotel. Muy equivocada estaba en su idea, así lo manifestó ella luego de quedar boquiabierta con la música de
-¿Por qué viniste al festival?
-Mi novio quería que lo acompañara.
-¿Sigues pensando que es música para viejitos? Perdón, pero te escuché decirlo hace rato.
-Jajajaja, no, ya no.
Voltea hacia su novio para besarlo. En respuesta, él la despeina con singular cariño afirmándole que “sabía que te iba a gustar, loca”.
-Bueno, ¿y por qué te latió?
-No lo sé. El cantante, por ejemplo, tiene un estilo como de rock star, así que te prende porque te prende.
Junto a su novio, ella marcha contenta. Primero porque reivindica lo que siente por su pareja. En segunda porque se permitió derrumbar un estereotipo construido por la ignorancia. En tercera porque descubrió algo nuevo, algo que se convierte en una moderna versión de lo que años atrás vivieron los padres de su novio, en especial la madre, mujer que cayó seducida al encanto de la banda gracias al vocalista.

Un ratito sin teléfono
(Antonio Sánchez en el RMJazz2016)
Durante toda la semana no dejaron de molestarla porque se emocionó por un baterista
“desconocido”. Ella, muy inteligente, hizo caso omiso a tales comentarios, pues segura está del tipo al que quiere escuchar y ver. “¿Quién es ese güey?”. “Sólo tú lo conoces”. Pidió cambiar de turno en su trabajo para poder presenciar en vivo a Antonio Sánchez.
Labora como mesera en un bar, rol suficiente para que compañeros consideren que por desempeñar tal oficio no sabe nada de música. ¡Ay de la idiosincrasia mexicana! En fin.
Sabe que es noche de excelentes propinas en el bar por la cantidad de clientes que se dan cita, mayor aún tratándose de fin de semana, sin embargo le da lo mismo perder algo de dinero a cambio de ganar una noche para alegrarse la vida. En cuanto Antonio Sánchez hace sonar la potencia de su batería por primera vez, desinhibida, feliz de estar en la playa atenta a un músico al que admira, ella chifla. Sí, chifla con entusiasmo.
Entre los asistentes hay muchos que no tienen mínimo conocimiento sobre quién es Antonio Sánchez, se preguntan de dónde lo sacaron. Amable, con intención de contribuir, ella les comparte que se trata del hombre que hizo la música para Birdman, película por la que Alejandro González Iñárritu ganó el Óscar como Mejor Director y que en su banda sonora se distinguió por una batería como único instrumento musical.
Toda vez que se han informado sobre quién es Sánchez, manos a la obra: se acercan a la malla de protección para tomarse la selfie cerca del escenario y presumir en redes sociales que disfrutan de una noche maravillosa en el concierto del músico ganador del Óscar. Ups. Parece que no comprendieron la clara explicación de la chica. Total, qué importa, su objetivo es acumular likes de sus allegados. Mientras nadie los corrija, misión cumplida. Y si alguien osa en corregirlos, comentario eliminado.
A ella le da lo mismo. Sola, sentada en la arena, tomándose una chelita, goza el propósito que se planteó: disfrutar a Antonio Sánchez en vivo. ¿Y su móvil para tomar foto o video? Guardado. Ella, de paso, quería un instante para sí misma.

1,2 3, por el funk
(Fiusha Funk Band en RMJazz 2016)
Durante la conferencia de prensa precisaron que el funk no se había esfumado, que no había desaparecido, que simplemente jugó a las escondidas ocultándose en géneros como rock, jazz e incluso pop. Ellos se atrevieron a buscarlo y lo encontraron.
Luego de ser encontrado, el inquieto y travieso funk hizo acto de presencia en el festival con Fiusha, una banda que además lo sacó del anonimato en beneficio de muchos oídos que desconocían su existencia.
-¡Qué voz tiene la muchacha!
[La voz de la cantante cautivó a gran parte del público, un público atónito por la potente y
educada voz de una chica en el escenario]
-No mames, tocan bien chingón. Yo pensé que el jazz era de hueva.
[Ritmo, acordes y letras, impactaron en chicos que gustar de escuchar únicamente música
electrónica, o bien que conciben Playa del Carmen como sitio donde sólo se oye música
electrónica]
-Me recuerda a grandes grupos de mis tiempos.
[Melómanos de la vieja guardia se remontaron a nombres como los de Lakeside y Kurtis Blow para referir gustos de antaño]
En el escenario, Fiusha confirmó lo que manifestó fuera de él: el funk andaba escondido. Y ellos lo encontraron.

Una ecuación moderna
(Dirty Loops en RMJazz 2016)
Si en una hoja nos escriben la ecuación Música + Suecia = __________. ¿En qué grupo pensamos? Sin duda en ABBA. El dato eterno para referirnos al ámbito musical sueco es el relacionado con el pop setentero que inmortalizaron Agnetha, Björn, Benny y Anni-Frid. Su mayor éxito, Dancing Queen, solemos utilizarlo como un himno para toda ocasión, pues lo mismo ameniza una reunión de amigos que una fiesta de quince años. Pero las generaciones actuales se han encargado de sacarnos del pasado para adentrarnos en el presente, y qué mejor herramienta que la música para hacerlo.
-Por favor, ¡tómales muchas fotos!-, me pide una amiga que tiene noción del grupo que se
presentará en Playa del Carmen y a la que acudo para que me oriente en el tema.
-¿A poco sí muy fregones?-, le pregunto con sinceridad ante el desconocimiento.
-Escúchalos- , revira a la par de enviarme videos con rolas del grupo vía inbox.
Antes de darle play, me advierte que son suecos y que escucharé covers de canciones legendarias pero con estilo de jazz fusión. Agrega que el vocalista maneja un tono de voz que nos recuerda a un cantante por el que morían nuestras tías al oírlo, Lionel Richie.
Hago caso a sus sugerencias. Escucho a Dirty Loops en noches previas a su participación en el festival. Repito con ahínco una de sus rolas, Forever young, cover de una canción que Alphaville se encargó de transformarla en parte de nuestra vida cotidiana, sobre todo para los que nos miramos al espejo llenos de canas que lidian contra el escaso cabello negro que se resiste al paso del tiempo.
-¿Te latieron?-, cuestiona en un mensaje mi amiga.
-Sí, tienen lo suyo-, respondo con honestidad.
-Tómales muchas fotos-, vuelve a insistirme.
-Así será-, le prometo.
Habré de llegar a la presentación de Dirty Loops con la seguridad de escribir su nombre como respuesta a la ecuación Música + Suecia = _____________.

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