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Nota sin título o cómo manipular el tiempo y el espacio en escena

  • Texto: Axel Fabricio Amaya | Foto: Cortesía
  • 30 ene 2017
  • 3 Min. de lectura

La última producción de Colectivo Transeúnte dibuja una escena del crimen en donde lo más importante no es descubrir qué pasó, si no qué pasará después.

A menudo se dice que en el teatro lo importante no es lo que está pasando, o lo que acaba de pasar, sino lo que va a suceder después. Las acciones, los movimientos y las intenciones que observamos en escena son un catalizador para el siguiente momento: una idea ya antes abordada por el filósofo español, Xavier Zubiri, cuya concepción del tiempo es precisamente ésta; una serie de momentos que coexisten en aparente orden cronológico y el teatro no es otra cosa que un hecho que transcurre en aparente orden cronológico, aunque no del todo. Una diferencia fundamental entre ver teatro y ver cine, es que lo importante del cine es mostrar, no contar y a pesar de esto, el teatro, aún siendo un medio primordialmente visual, es también un género literario y una experiencia sensorial, y por lo tanto, las artimañas para contar una historia no solamente pueden ser mucho más diversas, pero también más complicadas. Nota sin título es un proyecto que, en apariencia, mimetiza ciertos elementos recurrentes en el cine: con actuaciones un poco más naturalizadas, sin perder en ningún momento el acento teatral, los personajes “Raro” y “Matemático” (interpretados por Joosy Mendez y Daniel Macías, respectivamente), hablan en un lenguaje que el público puede entender con facilidad, en su vida cotidiana y que hace eco en los diversos medios en los que puede aparecer una historia de misterio. Pero hasta ahí llegan las similitudes, porque a pesar de la trama y su desarrollo, éste es un estudio de personaje.

Al más puro estilo de Dogville del siempre incorrecto Lars von Trier, el director de esta puesta en escena, Alejandro León, deconstruye la locación propuesta por el dramaturgo Carlos Portillo (ganador del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2010, con esta misma obra) y juega constantemente con la transgresión del espacio. “Dicen que la memoria no existe”, repite Matemático de manera mecánica y desinteresada, el público se rompe y suelta carcajadas desesperadas, pero no es una farsa, León y su equipo han decidido trabajar un texto enigmático y críptico que nos hace preguntarnos si nuestros recuerdos, si nuestra entera realidad, no es una construcción que hemos fabricado para darle sentido a lo que no podemos comprender: sobreviene la risa, una risa que retumba en la cabeza de los asistentes, los mismos irrisorios y una vez pasada la euforia, el ambiente se puede cortar como mantequilla dentro de Foro Periplo. Mientras que Lars von Trier utiliza la desaparición literal de las limitaciones de un espacio para desnudar la vida de los personajes, Nota sin título lo hace para recordarnos que lo importante no es lo que estamos viendo, lo importante es la manera en la que lo interpretamos. Con un uso espectacular de los niveles corporales, Raro, el punk, intuye que la historia que estamos presenciando es más absurda de lo que todos sospechamos, su interpretación es altiva y abierta; mientras que Matemático se mantiene en el suelo, hermético, supuestamente concentrado y aterrizado, pero profundamente ignorante de lo que acontece a su alrededor. Es difícil mantener la atención de la audiencia por más de una hora; mantenerla por más de tres horas, con pocos personajes y sin cambiar de locación -como Tarantino con The Hateful Eight o Beckett con cualquier cosa que haya escrito-, es una locura. En esto, Alejandro León, que es un director de secuencias; de momentos, ha hecho un gran acierto al decidir utilizar un ritmo un tanto atropellado, pero que termina retribuyendo a los espectadores. La victoria de Nota sin título radica en saber manipular al público, terminando la función no sabes ni qué te golpeó. Quizás mi aproximación a esta obra pueda resultarle a algunos un tanto escueta y abierta, pero mi intención aquí es invitar a la audiencia a vivir esta puesta en escena por ellos mismos. La trama no es exactamente lo más vanguardista de la oferta cultural de Guadalajara y en lo personal el desenlace me parece predecible, quizás hasta cliché, pero eso no es lo importante. Esto mismo incluso juega a su favor, porque cuando sucede, la sensación que nos queda no es la sorpresa: sino melancolía. No quedamos en shock por la sucesión de momentos, quedamos en shock porque comprendemos lo que pasó, de pronto también somos cómplices, y el tiempo y el espacio de pronto tienen un poquito menos de sentido. Ficha técnica: Autor: Carlos Portillo Dirección: Alejandro León Producción: Jessica Padilla Iluminación: Oz Jiménez Música Original: Leiden Gomis y Alejandro Alfaro Vestuario: Iván Ortíz Diseño de Imagen: Rodrigo Valencia Difusión audiovisual: Renato Moncayo Difusión: Diego Cano Espacio Escénico: Alejandro León/Dyana Díaz El Raro: Joosy Méndez. El Matemático: Daniel Macías

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