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Inauguración FICG 32

  • Texto: Carmen De La Torre
  • 13 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

El pasado viernes 10 de marzo se dio inicio a la edición número 32 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG). La gala que celebró la trigésima segunda edición de una muestra de cine nacional, iberoamericana e internacional. Para rendirle honor al país invitado, Alemania, el evento cerró con la proyección de la película "Tschick" del director alemán Fatih Akin.

Es importante señalar que estuvimos frente a una de las inauguraciones con mayor mensaje político. Los discursos fueron en relación a la situación política que vive México con el vecino del norte, Estados Unidos y su particular presidente. Desde el director general de IMCINE Jorge Sánchez Sosa, Enrique Alfaro, Viktor Elbling el embajador de Alemania en México, dieron discursos sobre resistencia, valoración y una oportunidad de crecimiento. Pero el que se llevó la lluvia de aplausos en la gala fue el de la actriz Ofelia Medina, el cual remarcó muchas de las desvirtudes del país vecino.

"Todos somos migrantes y no hay que olvidar eso a la hora de pensar en cerrar puertas"

- dijo Viktor Elbling antes de dejar el escenario.

Además de los discursos políticos en la gala, también tuvieron lugar los reconocimientos a personas con carreras increíbles en la industria. Uno de los mayahueles de plata que se otorgaron fue para el productor portugués Paulo Branco, quien a lo largo de su carrera ha llevado más de cincuenta veces películas independientes a festivales como Cannes y Venecia.

Discursos, reconocimientos, aplausos y una versión en mariachi de "I Will Survive" fueron unas de las tantas cosas dentro de la inauguración numero 32 del festival que toma Guadalajara del 10 al 17 de marzo.

El último Mayahuel de la noche se lo llevó Fatih Akin, quien dio un carismático mensaje en video desde su sala de edición. Los encargados de llevar el reconocimiento a casa fueron Tristan Göbel y Anand Batbileg, los actores principales de la película "Tschick".

Esta película, desde su primera escena ya es cautivante, nos cuenta la historia de Maik, un adolescente que vive en un estado de espectador de su propia vida. Escuela, casa, videojuegos, casa, escuela, papás y seguir en ese loop. Es el mundo que Maik conoce hasta que un día llega Tschick, un chico nuevo a la escuela.

Desde la primera aparición de Tschick nos damos cuenta que no es un chico cualquiera, su apariencia y la manera de actuar lo hacen destacarse de entre todos. Tschick se da cuenta de lo monótona que es la vida de Maik y los dos comienzan una amistad que los llevará a una aventura en carro en donde Maik se dará cuenta que es mejor ser fuera de lo normal y tomar los riesgos que nadie se atreve a tomar.

Es una road movie que nos llena de energía. Como toda road movie, vamos conociendo a lo largo del trayecto a diferentes personajes, que aunque vienen y van, dejan una huella importante en la historia.

Lo que más se queda en la memoria es la interpretación tan natural y auténtica que dejan los actores en sus personajes. Nos sentimos parte de ese fabuloso equipo, los vamos acompañando en el viaje y cuando es momento de que se separen sentimos una pesadez grande al saber que el viaje terminó.

Con escenas bajo las estrellas, caminos de la misma canción interminable y comidas en pueblos al lado de la carretera, "Tschick" se vuelve una invitación a una aventura. Ahí es donde radica la magia de una buena película, en sentir que la vives a pesar de tener una pantalla de por medio.

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