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Música del mundo hecha por tapatíos

  • Texto: Nidia Beltrán | Foto: Cecilia Godínez
  • 8 abr 2017
  • 2 Min. de lectura

"Música del mundo", frase que sostenía el nombre del festival, primero en su género en las tierras tapatías: MUDEMÚ Fest. A pesar de que el headliner canceló a última hora, los músicos que colaboraban en la alineación demostraron que Jalisco no se raja y mantuvieron en pie el evento que estalló en una fiesta donde sólo hubo espacio para la bebida y el baile.

Foro Independencia fue sede de la primera edición de la iniciativa de Acana Productora, que buscó hacer coincidir las búsquedas musicales en torno a los sonidos balcánicos en una noche.

La alineación contaba con tres de las bandas alternativas que se mueven en los rincones de Guadalajara desde hace algunos años ya: Mexitano Soundsystem, Xiranda y Zaikocirco. Las tres bandas son más numerosas de lo que se espera: de ahí la primera invitación al baile, desde arriba del escenario comienza la fiesta que no reconoce valla de separación ni altura del estrado.

Mexitano Soundsystem fue la primera banda en presentarse, después de que Ensalada (director de la compañía de circo Cabaret Capricho y el festival Ficho) "abriera" el escenario en un papel de presentador. Con acordeón, saxofones y tornamesa, Mexitano comenzó a compartir sus acordes gitanos con la sorpresa de un invitado especial en las percusiones latinas: Emiliano Huerta de Afrodisaicos.

No les cuesta a los músicos hacer bailar al público, pues además de construir sobre el esqueleto de los ritmos latinos y africanos, en donde se incluyen beats inevitables de seguir, decoran su obra con melodías que no caen en la repetición y el loop, sino en la improvisación y la exploración creativa.

Entre cada banda, la gente podía deambular por el amplio foro que incluye espacio de presentación, barra y un patio.

En segundo lugar, Xiranda tomó el escenario con sus ocho integrantes y múltiples enfoques a los metales de viento. La banda que se ha categorizado como jazz, gipsy, polka y balcánica fusiona aquellos sonidos que dan paso a la música latinoamericana actual, a fin de cuentas: ¿qué otra música puede hacer una banda mexicana que no sea música mexicana?

Ahí fue donde se colocó la clave de este evento. Si en su momento fue una crisis la cancelación de la banda serbia, en la resolución del festival brilló en la mexicanidad de la velada. La inspiración en música de la península balcánica fue sólo un punto de encuentro, pero el desarrollo y mezcla de ésta ejecutada en bandas cuya agrupación apenas cabía en el escenario fue el detonador que explotó en baile y fiesta por la noche.

Para cerrar la noche, y como banda estelar, se presentó Zaikocirco a dejar el sudor sobre tarimas. La magia de Zaikocirco va más allá de la música, pues realizan un performance completo, incluyendo un idioma alterno y maquillaje originario de las artes circenses.

Los mexicanos encontramos la fiesta en donde sea, y con la presentación de bandas que llevan su performance más allá de la interpretación musical, fue sencillo dejarse llevar por los ritmos de música del mundo hecha por tapatíos.

La fiesta fue un mestizaje sonoro. Sí, se buscaba un homenaje al son balcánico pero ese fue el simple pretexto para dejar salir antecedentes gitanos y gritones de nuestras venas.

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