Ampersan sin límites
- Texto: Nidia Beltrán | Foto: Cecilia Godínez
- 10 abr 2017
- 2 Min. de lectura
Las luces del escenario nos recibieron dentro del espacio subterráneo del teatro Vivian Blumenthal con un atardecer en tonos naranjas y morados. El sol llegó cuando se abrieron las amplias sonrisas de los músicos en escena: Zindu Cano y Kevin García al frente, sosteniendo las composiciones de su música que cumple diez años, Vico Díaz, Nirl Cano y Héctor Aguilar como músicos que ayudaron en la construcción de la telaraña que nos conectó en un mismo sistema esa noche de Miércoles Alternativo.

Ampersan lleva diez años haciendo música sin miedo, sin límites: tomando lo mejor de la música tradicional mexicana y sus instrumentos para hacerle un homenaje a nuestra historia mestiza; pero mezclándola con recursos tecnológicos y electrónicos que la música actual les pone al alcance.

La técnica vocal del dueto es primigenia, no confundir con poco educada o poco trabajada. Al contrario, estudiada para responder de la forma en que responde cuando somos niños: abierta, sin miedo. Como en los sones tradicionales o cantos nativos. Por lo mismo, tiene el poder de conmover y resonar: es un reflejo de nuestras raíces y un vistazo a la historia de nuestro mestizaje (como se quiera ver: histórico, racial, personal, musical...). Su sonido es libre de máscaras y presunciones.

En el paso por los diez años y tres discos de la música de Ampersan, se pudieron escuchar las canciones que más han hecho eco en los fanáticos como Colores, Noche de Fuego, Soñé y La Flor de la Biznaga. Entre las sorpresas que prepararon para el concierto, estaban los visuales proyectados y la poesía musicalizada.
Ampersan es indefinible: saben rockear la jarana, saben declamar, saben rapear.

Todo este tiempo, en paralelo y frente al escenario, una niña de alrededor de siete años, bailó durante las dos horas del concierto. Así quería bailar yo, soltar el corazón, ponerme de cabeza, tirarme al piso y sacar todo lo que estaba floreciendo dentro de mí.
Te admiro, niña bailarina, por tener menos restricciones imaginarias y expresar lo que todos estábamos sintiendo en el clímax de conexiones entre música, poesía y México.
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