Una llamada desde Holanda
- Columnista: Elías Leonardo
- 16 may 2017
- 2 Min. de lectura
Por ahí leí en algún artículo periodístico que los mejores detalles no se obsequian, suceden. Hoy concedo razón. Cuando menos lo esperas, de quien menos esperas, acontecen. Sí, como por arte de magia.
El pasado fin de semana me despertaron temprano desde Rotterdam, Holanda, a través de una llamada telefónica.
Era una dama. Comenzó a contarme que había acudido a un partido de futbol de la Eredivisie (liga holandesa). Mencionó Feyenoord. Aún adormilado y atarantado yo, presté atención a lo que relataba. Mandó fotos y videos vía Whatsapp para introducirme en su experiencia.
De repente pronunció “Ajax”. No sé por qué citó al Ajax, pero en ese instante me abrió los ojos por completo. Feyenoord jugó contra Excelsior. ¿De dónde sacó al Ajax?
Mi extrañeza tuvo lugar en el hecho de que a ella no le gusta el futbol, sin embargo abordó el nombre de un club histórico del que conservo la playera del equipo campeón de Champions League en 1995.
Pero decidí no detenerme en mi emoción, sino en la de ella. Su voz no fue la habitual, la que conozco. Hubo algo novedoso en su persona y la expresión oral lo puso de manifiesto: se escuchaba contenta, festiva y genuina en ese algo que engendra un balón. Juro y perjuro que durante segundos oí a una auténtica apasionada de un mundo que jamás le ha interesado. Estaba feliz de narrarme su aventura de todo el proceso que conlleva asistir a un estadio de futbol, en este caso europeo.
Nos despedimos. Colgamos.
Me preparé un café.
Sentadito en el sofá, antes de volver a dormir, reparé en un pensamiento: qué grato resulta nunca terminar de conocer a la gente que hemos querido y permitido ser parte de nuestra historia.
¿A poco no es el futbol el deporte más bello del mundo?

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