Tres balones
- Columnista: Elías Leonardo
- 23 may 2017
- 2 Min. de lectura

En Playa del Carmen siempre vas a cruzarte con un argentino, siempre.
A veces es para conversar sobre futbol, un tema que sirve como idioma para interactuar respecto a una pasión, pero en especial para ahondar en asuntos más importantes como la vida misma. Un ejemplo de ello es Lucas, tipo que trabaja como vendedor de tiempos compartidos y que recién volvió de visitar a sus viejos en Buenos Aires, Argentina.
Lucas tiene intención por compartir algo que sucedió en su viaje, así que frena mi marcha para pedirme que le obsequie unos minutos.
-A vos que te gustan el fúbol y las historias, te cuento una.
-Venga.
-Solamente tengo un hijo, uno solo. El pibe un día me pide que le compre tres balones. No uno, no dos, ¡tres! Entiendo uno, pero ¿tres? ¿Para qué quiere un hijo único tres balones? Si tú fueras hijo único, ¿por qué pedirías tres?
Me pongo a pensar. No sé qué responder, no se me ocurre nada.
-Exacto. Me quedé igual que vos cuando lo escuché. ¿Por qué tres balones?, le pregunté. Respondió que el primero lo iba a usar mucho y por eso no iba a durar. El segundo era para reponer el primero cuando ya no diera más.
-¿Y el tercero?
-Alguien le platicó que cerca de la casa de sus abuelos había un potrero donde pibes jugaban con trapos y latas porque no tenían para pelotas. Le ganó el corazón a mi hijo.
-¿Los compraste?
-Sí.
-Fueron al potrero para…
-¡No! Ni siquiera dimos con él, ni siquiera sé si existe.
-¿Qué pasó?
-Fuimos a regalárselo a otros pibes que jugaban cerca del barrio con una pelota hecha de telas. Mi hijo se puso feliz al dárselos y jugar con ellos. ¿Cuál crees que fue mi conclusión de todo esto?
-Que tu hijo quiere un hermano.
-Puede ser, pero no, no por ahora.
-¿Cuál fue entonces?
-Que el fúbol, loco, puede darnos las bofetadas más bellas de la vida. Mi hijo me dio una. Me derrumbó de un golpe: me hizo ver que nunca fui un hombre para detenerme en el camino y apreciar la felicidad que puede dar algo tan ridículo como un balón de fúbol en los tuyos y en otros. ¿Tenés hijos?
-No.
-Bueeehhh, cuando los tengas y te pidan tres balones, sabrás lo que debes hacer.
Antes de despedirnos, me muestra en su aparato móvil una foto de su hijo con playera albiceleste. Al mismo tiempo, se pone a cantar emocionado Vos sabés, de Los Fabulosos Cadillacs.
Tiene razón Lucas, el futbol puede darnos bellas bofetadas.
Comments