top of page

Forasteros y nativos

  • Texto y foto: Nidia Beltrán
  • 3 jun 2017
  • 2 Min. de lectura

Como espectadores, se nos invita constantemente a reaccionar ante aquello que se nos presenta en el escenario: un tic al consumismo.

¿Y si lo verdaderamente radical fuera la impasibilidad, la negativa a la acción?

La Güera es una compañía de expresión escénica que busca desafiar y poner en mano de la discusión el papel de las artes escénicas como estética y presentarlo como un medio de comunicación, crudo y sin censura. El lenguaje de la puesta en escena ahora presentada por la compañía habla a quien esté dispuesto a oírlo.

Luz y sonido: el escenario como posibilidad

Pero El Conde de Torrefiel tiene claro que la investigación es la escena y el texto una simple herramienta: "Después del texto, en esta obra, es la luz", afirma Gisbert," la luz respira y domina la acción.

Como menciona la compañía española, El Conde de Torrefiel, cuya cita se presenta en el dossier de esta pieza, la forma (el texto, el lenguaje) es sólo la herramienta para comunicar lo que se busca discutir. La pieza, su estética, sus escenas, sus movimientos, son el medio por el que buscan hablarle al espectador. Sin embargo, esta conversación es muy diferente a la que cotidianamente se sostiene en un teatro que también tiene butacas y escenario: es un diálogo que busca romper con esa forma de comunicación: clara y con agentes de emisor y receptor bien definidos.

Uno a uno, los cinco ejecutantes fueron presentándose en escena. Cada uno con una caracterización específica, en movimientos individuales y colectivos. A su manera, fue como si el espectador se insertara como el forastero que es, a una sociedad.

El papel del forastero es ver cada detalle de la convivencia de los miembros de la comunidad como nuevos; sin ninguna influencia o conocimiento previo de las reglas en el lugar. Sin embargo, es lo más cotidiano para el que forma parte de aquel grupo el hacer lo que se hace.

Lo que más impresionante resulta al forastero, es ver lo arraigado que los nativos tienen sus movimientos e interacciones corporales. Cada uno es una historia, y lleva consigo una estética concreta, un lenguaje único. Unos cargan flores secas, otros se elevan tenaces.

Es tanta la enajenación y lo hipnótico del comportamiento humano, que no recordamos que nosotros también somos nativos de algún lugar, de nosotros mismos. ¿Cómo nos comportamos. qué movimientos hemos adquirido y formado parte de nuestra identidad?

En obras como ésta no puedo leerles la pieza textual, la mía es sólo una de las lecturas existentes: tantas como ojos que a leen. Así, piezas como La caverna, invitan a una indagación propia y personal. De qué papel tomamos en nuestras calles, en nuestros pensamientos.

Las ideas verdaderas en cambio, sólo surgen de un pensamiento combativo que resiste una y otra vez a la aceptación del neoliberalismo victorioso como realidad.

Obra: La caverna me hizo creer en hadas

Idea original: La Güera

Dirección artística: Temoc Camacho

Producción general: Michel Alzaga

Ejecutantes: Guyphytsy Aldalai, Michel Alzaga, Xel ha López, Daniel Sandoval, Temoc Camacho

Comentários


Entrevistas
Últimas Coberturas
Archivo
Síguenos
  • Facebook - Black Circle
  • Twitter - Black Circle
Contáctanos

Sombra Emergente

  • Facebook Social Icon
  • Instagram Social Icon
  • Twitter Social Icon
bottom of page