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#SentirDesdeElCine: Persona

  • Columnista: Ricardo Navarrete
  • 10 feb 2017
  • 2 Min. de lectura

Persona

Ingmar Bergman

Suecia 1966

Uno de los puntos a destacar de este filme es el manejo de la imagen, el manejo excelso del claro-oscuro en blanco y negro, las sombras y las siluetas que enriquecen el filme. Los planos recortan al cuerpo dando la sensación ruptura con el organismo como una unidad y que, a su vez, hacen aún más profunda la angustia, emancipando al espectador en la identificación de los personajes.

El viaje comienza en el intento por reconocer un rostro en una pantalla de un espectador que rompe con la cuarta pared, creando un puente que conecta la idea del cine en Imagen Visual desde la proyección en la pantalla con el espectador que intenta identificar al personaje y al personaje dentro de la pantalla misma. Esta introducción nos habla de la forma discursiva del cine y su potencia estética y reflexiva. El montaje contiene imágenes escondidas que se quedan en el inconsciente, dándole un valor mayor a la expresividad cinematográfica.

Ya en el planteamiento de la construcción del sentido, podemos ver que surge un planteamiento desde una serie de imágenes violentas de guerra (Vietnam) que hacen remontarnos a cuestionamientos sobre la naturaleza humana, si esa crueldad realmente es lo que hay en el fondo de la humanidad, puesto que uno de los temas centrales del filme es el de la identidad. De estas imágenes proviene el aislamiento de una mujer que raya en la locura (1) .

Pensemos con el filme. Definitivamente la identidad es uno de los temas centrales, no sólo en el filme sino en la vida misma. El preguntarnos acerca de qué somos, si recurrimos a conceptos como el bien o el mal para justificar nuestros actos, para tratar de definirnos, de apaciguar la angustia de nuestra estancia, nos lleva a significar el mundo, nuestras experiencias, pero al mismo tiempo nos lleva a tomar el riesgo de dejarnos llevar por aquellos signos que nosotros mismos hemos creado. Es entonces donde cabe la pregunta por la identidad, y ante la experiencia con lo otro nos preguntamos si somos iguales o idénticos, si tenemos algo en común a pesar de nuestra diferencia que nos distingue.

Alma, la enfermera, resulta ser un otro reprimido en una persona (2) , en la misma persona (Elizabeth). Aquella que siempre dio una imagen social; un personaje. ¿cuántas veces no nos ha pasado eso?: ¿quiénes somos realmente?, ¿cuántos somos?, ¿con qué me identifico?, ¿es mi vida un personaje significado por mí o mi sociedad o no hay máscara alguna más que un rostro indefinido?

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1 Michel Foucault en la Historia de la locura nos lleva a sus origenes, rescatando la idea de qué el loco no

funciona en un sistema establecido, es alguien anormal que no sigue las normas establecidas y por ello se

requiere un aislamnto; una exclusión.

2 La palabra persona viene del latín persona, que a su vez viene del etrusco phersu, que se origina del griego

prósopon que significa máscara.

Máscara se conforma de pros-por delante y opos-cara, es decir, delante de lo que está en la cara, aquello

que presentamos y personificamos como en el teatro.

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